Han
pasado más de 30 años desde que llegamos a vivir la casa que
habitamos en Guadalajara. El patio estaba adornado por cinco árboles
frutales; ahora hay cuatro No reparé en aquel momento en el gran
regalo que significaba tenerlos en mi propia casa.
Cada
temporada, con sus altas y sus bajas hemos tenido producción de
naranjas, limones, guayabas por algún tiempo, y aguacates. Fruta de
muy buena calidad que ha servido para consumo familiar y para
compartir con los más cercanos.
Y
es ahora que estoy en la búsqueda de una alimentación más
saludable, que me doy cuenta del tesoro que tengo en mi propia casa. El árbol de aguacate, que bien me he encargado de hacer famoso.
Recuerdo
que cuando iniciaba una dieta, me retiraban el aguacate, por su alto
contenido de grasa; hoy mi consumo de aguacate es libre pues es mi
principal fuente de proteína, al reducir el consumo de carne. Y lo
mejor, es proteína natural.
Además
el avocado o palta como también se le conoce, es una fruta rica en
antioxidantes y minerales como potasio y magnesio.
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Contiene vitamina A.
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Promueve la liberación de serotonina es
un químico cerebral muy importante que ayuda a elevar el
estado
de ánimo.
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Ayuda
a combatir el colesterol.
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Estimula la formación de colágeno y constituye un bálsamo para la
piel cuando aparecen problemas de sequedad, dermatitis o psoriasis
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Retrasa
el proceso de envejecimiento.
Ingiero
aguacate como aderezo a mis ensaladas, en la sopa de verduras, como
acompañamiento en el arroz integral, en las tostadas con frijolitos,
en guacamole.
Se
que el costo puede ser un impedimento para el consumo frecuente, pero
mientras mi árbol de aguacate continúe con su producción, yo seré
muy feliz.