Desde hace algunos años nació en mi la inquietud por correr. Competir en carreras para cruzar la meta y recibir una medalla. Siempre lo había pospuesto porque pretextos hay miles. Que si me duele la rodilla, que no tengo tiempo, que el calor, la lluvia o el frio, que no hay un parque cerca, en fin.
En el mes de marzo o abril, apareció en internet la convocatoria para participar en la 13° Carrera Bonafont, de 5 kilómetros, exclusiva para mujeres. Empecé a leer las bases y encontré que además de correr, se podía hacer el recorrido caminando. No lo pensé mucho y me inscribí.
Y desde ese momento supe que tenía un reto por cumplir y que lo mejor era aprovechar el tiempo para prepararme. Comencé a ir al parque a caminar. Primero a paso lento, luego un poco más aprisa y más tiempo y más distancia.
Hasta que caminé los 5 kilómetros que me dejaron muy cansada, pero así me dí cuenta que sí podría hacer el recorrido y terminarlo. Baje en el celular una aplicación que me marca cada 15 minutos la distancia y el tiempo, lo que me motivaba a seguir; me acompañaba mi novio y el recorrido se hacía menos pesado.
La semana previa a la competencia del 25 de mayo, no tuve tiempo de ir a caminar; hasta el viernes al salir de la oficina llegué al Parque Metropolitano y recorrí los 5 kilómetros. Faltaban dos días y comenzaba a sentirme entre nerviosa y emocionada.
El sábado fuimos a recoger los paquetes, con camiseta incluida a Plaza Galería y la emoción aumentó. Entré las recomendaciones impresas en un folleto decía que un día antes procurara estar relajada y dormir temprano. Casi lo logro.
El domingo me levanté a las 6 de la mañana, me vestí y preparé algo muy ligero para desayunar. Alfonso me acompañó a la salida y estuvo presente en la meta. Estaba nerviosa y al ver a tanta gente más. Mi pulsera fue naranja de "caminadora" Debiamos acomodarnos después de las corredoras y las trotadora, pero antes de las personas que llevaban a sus bebés en carriolas.
La salida fue a las 8 de la mañana y el recorrido de 5 kilómetros fue por la Avenida Rafael Sanzio, la calle San Luis Gonzága, Av. Patria, Sebastian Bach y otra vez Rafael Sanzio para entrar a la meta en Plaza Galerías. La ruta fue con pocas subidas, por lo que no estuvo pesada.
La competencia empezó con el cielo medio nublado, fue al final que empezó a salir el sol y sentirse el calorcito. Cada kilómetro había una punto de abastecimiento de agua. Yo iba a mi paso normal, pero fue inevitable imprimir algo de velocidad al sentir a las demás competidoras cerca. Fue bonito ver a la gente salir a las calles a gritar porras, aunque no nos conocieran.
Hice un tiempo de una hora con tres minutos y cruzar la meta fue una emoción indescriptible, así como la soñe hace años. Como si hubiera ganado el maratón más importante del mundo, aunque sólo haya caminado. Hace tres meses no hacía nada de ejercicio. Entre la gente ví a Alfonso y me emocioné más.
Mi reto personal está cumplido. Ya tengo mi medalla, la primera, colgada ahora frente a mi cama para recordarme que todo se puede lograr, que puedo y debo seguir adelante porque todas las metas son alcanzables.