martes, 19 de abril de 2011

EN EL CONSULTORIO MEDICO

Como casi cada lunes , desde hace cinco meses, llegué al consultorio del Dr. Nicolás. Había  pocos pacientes, quizá por el inicio de la Semana Santa. Es curioso lo que se puede escuchar en una sala de espera.

La cita  habitual puede durar 10 minutos, pero cuando es un paciente de primera vez se prolonga hasta 30 minutos,  porque le explican en que consiste el tratamiento y le dan la lista de los alimentos prohibidos.

Esta vez,  me encontré a mi amiga Becky, por quien llegué con el Dr. Nicolás. Ella me proporcionó los datos del médico que me ha ayudado a perder 25 kilos.

- ¿Cuánto has bajado? - me preguntó Becky.
- 25 kilos, le dije y noté su cara de asombro.
-¿ 25 kilos? Ya bajaste mas que mis amigos.
Recordó la última vez que nos vimos hace un año.
- ¡Pero si la otra vez que te ví no tenías tantos!
- Si tenía, pero estaban bien repartidos, le dije entre risas.

En la  Unidad Médica en la que se encuentra el consultorio hay varios especialistas, pero somos muy evidentes los pacientes que seguimos el tratamiento para bajar de peso porque llegamos con una hoja blanca en la que día por día, nos anota lo que comeremos en el desayuno, la comida y la cena. También podemos reconocernos porque vamos el mismo día, porque la ropa que usamos nos queda mas floja o porque comenzamos a platicar de nuestros logros.  ¡ Nos sentimos orgullosos!

Visitar al doctor dos veces por semana me ha obligado a ser disciplinada. Se que la supervisión es continua  y que cualquier falla se reflejará tarde o temprano en la báscula. He sido muy honesta cuando he cometido pecadillos, han sido muy pocos, contados con los dedos de una mano. De nada sirve portarme mal. Como lo he dicho desde noviembre pasado la constancia, fuerza de voluntad y la honestidad, han sido la clave de mi éxito.  

Ayer mientras esperaba, escuche la conversacion de un paciente de primera vez.
- Estoy aquí  con el doctor que vienes tu. ¡ con todo lo que has bajado! Me dio envidia, de la buena.
Yo estaba sentada casi al lado, aunque era inevitable escucharlo en toda la sala.
- Ya me hice todos los estudios que me pidió, a ver que tal.

Era mi turno y subí al consultorio. Quizá en la báscula esta vez no se reflejó tanto mi esfuerzo, pero me siento tan bien y tan contenta, que voy por un día más.

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