¡UN DELEITE PERMITIDO! |
El
antojo vivía en mí desde hace varios meses. El olor a leña
quemada de una pizzeria cercana a mis
rumbos se esparce a mi paso cada tarde. Y
ahí se avivó mi deseo por comerme una pizza a la leña.
Pero
ese alimento, no forma parte de la lista de los permitidos dentro de mi actual
régimen alimenticio en el que continuo para perder los kilos que aun me sobran.
¡Qué dificil ha sido en este segundo intento! Menos kilos, pero con mas esfuerzo.
Y el libertinaje de los últimos días, hizo que
el Doctos Alonso decidiera darme una comida libre. El peso estancado o
ligeramente arriba a tan poco para llegar a la meta. Solo una comida a
escoger en fin de semana. Se cruzaban los festejos patrios y había que tomar la
mejor decisión para comer los incomible por tanto tiempo.
Pizza
a la leña fue la primera opción y la que se mantuvo hasta el domingo. Después de ver el menú de la Osteria 10,
hicimos la selección. Paciencia para que llegara, pues todo se prepara en el
momento y ahora la leña está muy húmeda, justificó la mesera.
No
importó el tiempo de espera. La pizza estaba en la mesa esperando ser
comida. Triángulo a triangulo, servido por los comensales, se acabo. ¿Qué cuántos me comí yo? Tal vez 3 o cuatro. No importa. Me los comí sin culpa
porque tenía el permiso del Doctor Alonso.
Y
también me comí unas ravioles rellenos de queso y espinacas y de postre, fui
por un cono de helado de yougurth con frutos rojos. ¡ Qué rico es comer lo rico sin culpa!
Después
de esa tarde de domingo ya no hay pretextos.
Regreso al régimen que me ha llevado por la vida ligera. Un dia de pura
fruta para desintoxicar el organismo y
después la dieta hiperprotéica.
No me rindo y menos después de comer una deliciosa pizza a
la leña.
Esta bien darse gusto de vez en cuando y mucho más importante soltar toda clase de cosas que tengamos agarradas para que los kilos se vayan con ellas.
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