“Ojala todo te de la vida” es la frase del autógrafo escrito en la portada de un disco LP, que por
supuesto aún conservo, y que me dedicó José María Napoleón, el cantante que se
convirtió en mi favorito desde los 10 años.
Fue mi primer autógrafo de él. Yo no conseguí personalmente la firma que
he atesorado desde entonces.
Y el recuerdo de esa frase llegó
a mi hace unos días, cuando asistí a la presentación del libro autobiográfico escrito por Napoleón “Solo quería ser torero”.
Parecía un evento más en pleno miércoles de semana santa; la entrada era
gratuita y supuse que habría mucha gente, por lo que nos fuimos muy temprano al
hotel donde se realizó la presentación.
Finalmente no estuvo tan
concurrido; la mayoría fuimos mujeres ya maduras que como yo, comenzaron a
seguir desde su juventud la trayectoria artística
de Napoleón. Entonces ahí empecé a
emocionarme.
Tuvimos que esperar un buen rato para ingresar al salón, vimos entrar
al cantante vestido con un traje azul marino. Desde ese momento comenzaron las
fotos y los aplausos de quienes esperábamos.
Ya cuando entramos a ocupar nuestros
lugares, el escenario estaba dispuesto y el cantante esperaba a escuchar las
presentaciones de los dos escritores que se encargaron de comentar la obra que
consta apenas de 132 páginas en las que narra en una forma concreta,
sencilla y hasta poética sus andanzas en el mundo artístico y en el toreo.
Después de contestar algunas
preguntas, el cantante complació a los asistentes con apenas unas cuantas líneas
de la canción “Vive”. Prometió que para una siguiente vez, llevaría a sus
músicos para cantar más canciones.
Para ese momento ya tenía el
libro en mis manos y la firme intención de conseguir el autógrafo. Me formé en
la fila correspondiente y fue de las primeras. Alfonso, mi acompañante,
esperaba con la cámara para tomar muchas fotos “Toma muchas, muchas fotos, no te detengas a ver si están bonitas”, fue mi
indicación.
Estar de frente al ídolo de
tantos años, me impresionó y me
emocionó. Sabía que sería sólo unos segundos, si acaso unos minutos y aproveché
la oportunidad. Soy Mónica – me presenté y lo
saludé de mano. Le di mi libro y él lo abrió para poner sus palabras. Otro autógrafo
en su vida, otro autógrafo para mí. Me llegó la inspiración y le dije:
- Soy tu admiradora desde que ganaste el Festival
OTI 77, yo tenía 10 años. Poco después de ese triunfo viniste al Teatro
Degollado a un concierto y ahí me autografiaste un disco que aún conservo y que
dice “Ojala todo te de la vida”. Y él me
escuchaba atento, viéndome a los ojos.
- La vida
me ha dado muchas alegrías, pero también tristezas. Y hoy estoy aquí, muy, muy
contenta de estar contigo.
- Claro que la vida tiene de todo, contestó con
voz pausada y baja. Yo en este momento tengo una tristeza muy grande, pero aquí
estoy. En aquel momento no sabía el, no tardé mucho en enterarme que su madre
murió hace apenas tres semanas.
- Yo también le dije, mi padre está enfermo.
- Mira Mónica, las personas que amamos se mueren
cuando las olvidamos, mientras las mantengamos en el recuerdo siempre vivirán,
reflexionó serenamente.
En octubre me voy a casar, yo creí que nunca me
casaría. Y nada me daría más gusto que estuvieras en mi boda.
- Te voy a
poner un correo electrónico para estar en comunicación.
Con un beso en la mejilla y un suspiro terminó aquel encuentro de apenas unos minutos que a mí me pareció eterno. La fila de autógrafos ya era larga.
Yo no pude contener el llanto. No creí que ese simple evento de presentación de libro fuera tan emotivo para mí. Y como no ¡si estuve frente a mi artista favorito desde hace tantos años!
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