lunes, 31 de diciembre de 2012

Como vivir las fiestas decembrinas y no morir en el intento



Diciembre, mes de fiesta y de comida. ¡Uy que miedo! Se acercaban las fechas de las celebraciones en las que no faltan los alimentos ricos y llenos de calorías. Pastelitos, buñuelos, ponche, el vino para brindar, los dulces de las piñatas, la cena de navidad y tantas viandas que se cruzan en el camino.

El reto era disfrutar los festejos sin culpa y sin salirme del camino de La Vida Ligera.  Creo que la clave fue preparar en la medida de lo posible los alimentos permitidos, rechazar los que no
beneficiaban  y sobre todo, encontrar otros alicientes más allá de la comida.

Tuve libre la comida familiar del día 25 donde disfrute de la pierna adobada, la ensalada de navidad que ¡ me encanta!, fresca ensalada de lechuga y verduras, el pollo relleno, los macarrones con queso, brindar con vino espumoso y dos pastelitos. Al día siguiente, pura fruta.

Para año nuevo también tendré libre la cena en la que habrá recalentado de navidad, pollo relleno, pasta y vino espumoso para brindar. Al día siguiente comeré pura fruta.

Yo disfrute los festejos decembrinos, igual que quien comió, comió y comió e hizo de diciembre el Mes del Botonazo. En enero nos veremos. Convencida del camino que he tomado, sobreviví a diciembre sin morir en el intento.

Feliz Año 2013, donde seguiremos por el camino de La Vida Ligera.

martes, 6 de noviembre de 2012

DOS AÑOS

Mónica Piñera

 
 
Si las cosas
que valen la pena
se hicieran fácilmente
... cualquiera las haría.


Agosto 2010
 
Hay fechas que inevitablemente quedan marcadas en nuestra memoria. Y yo para recordar fechas soy buena. Por eso no olvido que hace dos años, inicié por convicción propia la dura batalla para acabar con el sobrepeso.

Hace dos años, después de los estudios clínicos, el Dr. Alonso me indicó los primeros días de dieta. Era noviembre, un jueves por la tarde y yo pensé que iniciaría al día siguiente. Sin embargo me dijo “esta noche va a cenar queso fundido con chorizo”.  Ahora entiendo que si no era así de inmediato, quizá no hubiera tenido buenos resultados.


Octubre 2010
Hace dos años pesaba ¡89 kilos! Bastantes para una persona de 1.56 de estatura. Claro que me veía al espejo y no me gustaba mi imagen: cachetona, con lonjas por todos lados, con la ropa ajustada. Pero como siempre he dicho, tenía que estar convencida yo misma para dar el primer paso.

Y lo di y me siento tan contenta. La meta inicial hace dos años fueron 20 kilos. Al cabo de cuatro meses lo logré y vinieron 10 más. Llegue a los 58 kilos para el día de mi cumpleaños 44. “Estaba contentísima con 30 kilos menos sobre mi”.
Pero después de terminar el tratamiento me sentí libre y regresé a los malos hábitos alimenticios. El resultado: aumento de 15 kilos en 10 meses. Ahora entiendo que la forma en que me alimento hoy en día  será como  deba hacerlo de por vida.
Junio 2011
Y nuevamente regresé con el Dr. Alonso, en la segunda vuelta, como él mismo dice. Ha sido un proceso más lento, un poco cansado y  un tanto desesperado. Pero no me rindo porque conozco la satisfacción de cruzar la meta.  Me han llegado ataques de ansiedad muy fuerte y no tanto por hambre, porque nunca me quedo con hambre, sino por querer comer lo que no puedo comer.
 
Estoy un poco atorada en el peso, bajo dos kilo y a la siguiente semana subo uno y así la he llevado. Debo agradecer al Dr. Alonso que me apoya en todo momento y me ha tenido paciencia y ha sido benévolo conmigo.
También agradezco a quienes me rodean, porque han entendido que no me puedo salir del régimen alimenticio ni un poquito, ni un pedacito de pan o una rebanada de pastel porque sería un retroceso. A mi padre que me echa porras todos los días para no desfallecer en el intento y a mi madre que me ayuda con los alimentos. También le doy las gracias a quien en las últimas semanas de alguna manera se ha sumado a la dieta y con gusto acepta  comer lo mismo que marca el menú de ese día.
Estoy a dos o tres kilos de terminar el proceso, pero ahora a sugerencia del Dr. quiero bajar más para dejar una reserva de al menos tres kilos.
A diferencia de hace dos años, me veo en el espejo y me gusta la imagen que reflejo. Ya no estoy escondida entre tantos kilos, representados en lonjas y cachetes,  ya puedo usar y lucir la ropa más pegada al cuerpo. ¡Hoy me siento feliz y se nota porque sigo en la ruta de ... La Vida Ligera!
Octubre 2012

viernes, 26 de octubre de 2012

Ansiedad


 

Mónica Piñera

 
 

Después de tantas semanas bajo un estricto pero tolerable régimen alimenticio para perder kilos, la gente me pregunta si ha sido fácil. Mis compañeros de trabajo, por ejemplo,  con los que comparto la hora de la comida han sido testigos de mis platillos especiales que aunque no llevan tantos ingredientes, a veces resultan más antojables que las de ellos mismo, según me han comentado.

La gente que me rodea ha sido testigo del esfuerzo que significa bajar de peso. Pero también de lo convencida que estoy para lograr mi objetivo.

Por eso mi respuesta a la pregunta es: “No es fácil, hay muchos obstáculo en el camino” Hay tantas comidas ricas, tantos malos hábitos arraigados,  que modificarlos ha sido lo más complicado. Incluso es mi mayor temor al terminar el tratamiento, el sentirme libre y regresar a lo que no es conveniente.

Uno de esos obstáculos, que llega de manera inesperada  se llama  ansiedad. Y hay tantas causas para sentirla, como la tristeza o la depresión y hasta la alegría. Generalmente es por comer alimentos dulces; otras ocasiones simplemente por comer lo que no puedo comer, como una galleta, un pedazo de pan, una rebanada de pastel.

¿Y cómo controlar esa ansiedad? Regreso a la fuerza de voluntad. Recurro a los alimentos permitidos, aunque ninguno sea el que se me antoja. Ayer por ejemplo fui al cine. Era común que cada ida al cine yo comprara mis palomitas para acompañar la película. Ayer no las compré, pero el simple olor me despertó el apetito.

Y en el rato de espera, se sentó junto a mí una señora con una charola en la que llevaba dos botes medianos de palomitas de maíz y dos refrescos. Entonces, para cuando me senté en la butaca yo sentí un hueco en el estómago que no puede llenar porque en las salas de cine no venden yogurt, ni fruta, ni ensalada.   

Cuando regrese a casa, me sentía de mal humor y triste. Fui directo a cenar. La ansiedad a todo lo que daba. Me preparé mi yogurt con fruta y no fue suficiente. ¡Tenía ganas de comer un pan! No lo comí. Después de  expresar con un grito mi malestar, me preparé otro yogurth. Ansiedad controlada. 

 

lunes, 17 de septiembre de 2012

PIZZA A LA LEÑA


 


¡UN DELEITE PERMITIDO!
 Aun siento el sabor en mi paladar. Cierro los ojos y veo la pizza humeante sobre la tabla de madera. Mmm, el queso derretido, las rebenadas de berenjena y las aceitunas negras que se esparcen por toda la superficie coronadas por las rebanadas de prossiuto.  Mmm, llevo el primer pedazo a mi boca  y la costa crujiente truena al morderla. ¡ Me sabe a gloria! 

El antojo vivía en mí desde hace varios meses. El olor a leña quemada  de una pizzeria cercana a mis rumbos  se esparce a mi paso cada tarde. Y ahí se avivó mi deseo por comerme una pizza a la leña.

Pero ese alimento, no forma parte de la lista de los permitidos dentro de mi actual régimen alimenticio en el que continuo para perder los kilos que aun me sobran. ¡Qué dificil ha sido en este segundo intento! Menos kilos, pero con mas esfuerzo.

 Y el libertinaje de los últimos días, hizo que el Doctos Alonso decidiera darme una comida libre. El peso estancado o ligeramente arriba a tan poco para llegar a la meta. Solo una comida a escoger en fin de semana. Se cruzaban los festejos patrios y había que tomar la mejor decisión para comer los incomible por tanto tiempo.

Pizza a la leña fue la primera opción y la que se mantuvo hasta el domingo. Después de ver el menú de la Osteria 10, hicimos la selección. Paciencia para que llegara, pues todo se prepara en el momento y ahora la leña está muy húmeda, justificó la mesera.

No importó el tiempo de espera. La pizza estaba en la mesa esperando  ser  comida. Triángulo a triangulo, servido por los comensales, se acabo. ¿Qué cuántos me comí yo? Tal vez 3 o cuatro. No importa. Me los comí sin culpa porque tenía el permiso del Doctor Alonso.

Y también me comí unas ravioles rellenos de queso y espinacas y de postre, fui por un cono de helado de yougurth con frutos rojos.  ¡ Qué rico es comer lo rico sin culpa!

Después de esa tarde de domingo ya no hay pretextos.  Regreso al régimen que me ha llevado por la vida ligera. Un dia de pura fruta  para desintoxicar el organismo y después la dieta hiperprotéica. 

No me rindo y menos después de comer una deliciosa pizza a la leña.

 

lunes, 9 de julio de 2012

LA FUERZA DE VOLUNTAD ES GRATIS


Mónica Piñera

  
Para Silvia

Una amiga preguntaba ¿dónde se consigue la fuerza de voluntad? Ella explicaba que por más intentos que hacía para seguir una dieta no lo lograba.  El cuestionamiento me hizo reflexionar para tratar de darle una respuesta lo más certera posible, sobre todo en estos momentos que yo vivo ese proceso para reducir de peso.

Puedo decirle que esa voluntad no se encuentra  en las tiendas, ni tampoco en internet, tampoco es un virus que se esparce en el medio ambiente y que nadie la regala. La sorpresa es que es gratis y viene integrada en cada uno de nosotros.

Por supuesto que se requiere fuerza de voluntad  para bajar de peso, de otra manera es imposible. Se necesita estar convencida de perder esos kilos de más – sean pocos o muchos- para lograr la hazaña que a la distancia puede parecer imposible.

Es necesaria la fuerza de voluntad para disciplinarnos en nuestros hábitos alimenticios, para establecer los horarios en que consumimos los alimentos, más aun para cocinar lo que vamos a comer, aun cuando no seamos expertas cocineras ni nos guste hacerlo. Para comer lo que decimos no nos gusta. Para hacer las compras  y en muchas ocasiones, para destinar un poco más de presupuesto a los alimentos.

Muy importante, se necesita voluntad para saber decir NO y dejar pasar de largo todas las golosinas y alimentos que nos ofrecen, pero que en ese momento no podemos comer. La insistencia para que aceptemos el ofrecimiento es mucha, pero también las ganas de seguir adelante y lograr el objetivo. Esa es la fuerza de voluntad.

 ¡Es tan fácil caer a la primera provocación! Pero los únicos perjudicados somos los que seguimos la dieta, porque el camino ganado puede sufrir un retroceso y entonces nos boicoteamos y desfallecemos en el intento. Pretextos para no bajar de peso sobran, pero si analizamos esos pretextos nos daremos cuenta que son justificaciones sin sentido, porque lo podemos hacer, claro con la fuerza de voluntad por delante.

La misma que se  necesita para tener un cumpleaños sin pastel o una reunión sin botana y sin bebidas alcohólicas; una función de cine  sin palomitas y también para comer diferente a los demás aunque nos vean raro y a veces, hasta para rechazar una invitación a una reunión o evento social en donde estaremos expuestas a las tentaciones alimenticias.

A mi amiga le digo que vale la pena hacer un análisis interno de lo que necesita nuestro cuerpo y nuestra autoestima para sentirnos bien. Y cuando estés convencida verás que la fuerza de voluntad llegará sola. Te sorprenderás de lo fácil que es  y de la satisfacción que causa subirte a la báscula y ver que en lugar de ir para adelante, la aguja va para atrás.







viernes, 20 de abril de 2012

20 años de las explosiones en el Sector Reforma de Guadalajara


22 de abril... 20 años.
Mónica Piñera

Se cumple un aniversario más de las explosiones en el Sector Reforma, aquel 22 de abril de 1992. Una episodio que marco nuestra ciudad, a la sociedad tapatía  y a muchos de nosotros como comunicadores.  En mi experiencia personal recuerdo que estaba como reportera en Noticentro. Aquel miércoles me tocó cubrir actividades en la Presidencia Municipal de Guadalajara. Las labores iniciaban a las 10 ó 10.30 de la mañana en Palacio Municipal.
Los rumores y el temor de que algo andaba mal en la calle de Gante y sus alrededores había prendido las alarmas desde un día antes, pero nadie atinaba a decir lo que pasaba. Lo único cierto era el fuerte olor a hidrocarburo. A nuestra compañera Beatriz González Méndez le tocó estar ese martes y el mismo miércoles haciendo enlaces en vivo para el programa matutino. Dejó la zona minutos antes del desastre.
Yo llegué a la Presidencia con anticipación.  Estacioné mi carro, un vocho azul, en el estacionamiento que estaba debajo de la Plaza Guadalajara. En la sala de  prensa, todos  los comentarios de los compañeros se referían a lo que pasaba en el sector reforma.  No estábamos tan lejos de la zona, pero yo no recuerdo haber oído ningún estallido. Lo cierto es que después de las 10.15 alguien llegó diciendo que algo había pasado en la zona de focos rojos y que el alcalde salía para allá.
Los reporteros nos subimos a una camioneta para ir al lugar de los hechos. No pasamos de la Calzada Independencia. Después de ahí no se podía transitar. Nos bajamos por el rumbo del periódico El Occidental. Y cada quien se agarró su camino. Empecé a caminar, pero no sé por cuales calles. Lo que sí recuerdo es que tenía que pasar escombros y que ese día escogí los zapatos menos indicados para  andar entre piedras. Los hechos estaban frente a mí y por supuesto que quise transmitirlos.
Desconocía si en la redacción del noticiero a cargo de Laura Herrera en el turno matutino estaban enterados de los hechos que tenía frente a mí. No teníamos celular.  Tampoco sabía la magnitud de la tragedia.  Yo quería pasar mi reporte. Regresé a la Calzada Independencia donde ya empezaban a  reunirse las autoridades municipales. Todos estaban como en shock. Recuerdo que me acerqué a un funcionario a pedirle su teléfono celular  y me lo prestó. Pero no había señal.  A mi paso encontré a una señora  que estaba afuera de su casa intentando entender lo que ocurría; le expliqué mi urgencia por conseguir un teléfono y me permitió entrar, pero no había línea. No hubo por unas horas.
Entonces decidí que regresaría a la oficina y me fui caminando al estacionamiento. No había camiones. El ambiente  estaba como nublado, lo recuerdo bien. En el trayecto me encontré a señora que desesperada me preguntaba por sus familiares; también con  una amiga que tenía su negocio en la Av. Revolución y que después de las explosiones les dieron la orden de cerrar y salir de la zona.  Sabíamos que algo grave había pasado, pero todo era confuso. El centro se fue quedando vació. Los negocios cerraron incluido el estacionamiento con mi carro adentro.
Y entones a buscar el transporte para llegar a mi destino, la estación de radio. Ya para entonces traía los zapatos en la mano porque acabaron por salirme ampollas. No eran los indicados para  usar ese día.  Tardé en llegar a mi destino, la redacción, donde todos estaban enterados de lo que pasaba y empezaban a informar a los radioescuchas.
A partir de ahí lentamente comenzó a fluir la información. Y a partir de ahí, el trabajo no cesó hasta varios días después. Me dieron la instrucción de permanecer en la oficina y apoyar en lo necesario. Las llamadas de la gente deseosa de tener información de sus familiares no cesaban. Pero no teníamos mayores datos.  En ese entonces trabajábamos en Noticentro, de los que recuerdo: Agustín Ramírez Góngora, Juliana Fregoso, Beatriz González Méndez, Gerardo Rico Cervantes, por supuesto Laura Herrera, Jaime Barrera, Laura Herrera y creo que Erika Lotfe; el operador era Albino Acevedo.
Por la noche llegaría el Presidente Carlos Salinas de Gortari a dar cuenta de los hechos y fui a cubrir la visita.  Desde su llegada al aeropuerto y  su paso por los albergues improvisados con los damnificados. Fueron días de mucho trabajo, mucha tensión y mucha desesperación porque nuestros recursos como medio de comunicación eran muy limitados, pero nuestras ganas de ayudar y mantener informados nos sacaban a flote. La transmisión fue ininterrumpida y una de esas jornadas, a altas horas de la noche me tocó compartir micrófono con Jaime Barrera, transmitiendo llamadas locales y de otras ciudades de gente que seguía buscando familiares.
Después de esa explosión del drenaje, vinieron las explosiones políticas. Autoridades que intentaban explicar lo sucedido. Estuve presente en la reunión en uno de los salones de Palacio de Gobierno, donde el gobernador Guillermo Cosío Vidaurri expresó su famosa frase: “No se suban a la barda y se suben” intentando justificar  lo injustificable. A la postre pediría licencia definitiva.
Esa es mi experiencia de aquel 22 de abril en Guadalajara, hace 20 años.

miércoles, 4 de abril de 2012

De regreso

De regreso tiene varios significados.  Vuelvo al espacio que cree hace un año para compartir mis logros en cuanto a la pérdida de peso. Tan éxitosa.

Han pasado varios meses y la situación cambió. Algunos kilos regresaron y ahora reinicio la lucha porque se vayan. Ya me siento incómoda.  A veces pienso que  necesito de este reto para enfrentar el día a día. Si, estoy preocupada, pero ya empiezo a ocuparme.

La comida es  desde siempre un motor que se activa según el estado de ánimo que en los últimos meses ha estado bajo. Tristeza, preocupación = comida. Ser que debo revertir esa situación, pero la mente es tan poderosa que es difícil controlarla.

Por eso estoy de regreso, porque necesito compartir. La escritura se convierte en una válvula de escape tan necesaria en estos momentos.


¡Aquí estoy de nueva cuenta !