miércoles, 3 de febrero de 2016

Mi árbol de aguacate y yo

Han pasado más de 30 años desde que llegamos a vivir la casa que habitamos en Guadalajara. El patio estaba adornado por cinco árboles frutales; ahora hay cuatro No reparé en aquel momento en el gran regalo que significaba tenerlos en mi propia casa.

Cada temporada, con sus altas y sus bajas hemos tenido producción de naranjas, limones, guayabas por algún tiempo, y aguacates. Fruta de muy buena calidad que ha servido para consumo familiar y para compartir con los más cercanos.

Y es ahora que estoy en la búsqueda de una alimentación más saludable, que me doy cuenta del tesoro que tengo en mi propia casa. El árbol de aguacate, que bien me he encargado de hacer famoso.

Recuerdo que cuando iniciaba una dieta, me retiraban el aguacate, por su alto contenido de grasa; hoy mi consumo de aguacate es libre pues es mi principal fuente de proteína, al reducir el consumo de carne. Y lo mejor, es proteína natural.

Además el avocado o palta como también se le conoce, es una fruta rica en antioxidantes y minerales como potasio y magnesio.

- Contiene vitamina A.
- Promueve la liberación de serotonina es un químico cerebral muy importante que ayuda a elevar el estado de ánimo.
- Ayuda a combatir el colesterol.
- Estimula la formación de colágeno y constituye un bálsamo para la piel cuando aparecen problemas de sequedad, dermatitis o psoriasis
- Retrasa el proceso de envejecimiento.

Ingiero aguacate como aderezo a mis ensaladas, en la sopa de verduras, como acompañamiento en el arroz integral, en las tostadas con frijolitos, en guacamole.


Se que el costo puede ser un impedimento para el consumo frecuente, pero mientras mi árbol de aguacate continúe con su producción, yo seré muy feliz. 


jueves, 14 de enero de 2016

Reto piña, cumplido


Los tres días de consumo de jugo de piña terminaron sin novedades.

Entre mi esposo y yo, quien amorosamente se suma a mi reto para perder peso y estar saludable, consumimos 28 piñas. Así inició el proceso de depuración después de las fiestas decembrinas.

Hoy ya consumimos fruta en el desayuno, una mezcla de guayaba y fresas frescas.

Para la comida preparé un arroz integral y una mezcla de calabacitas y coliflor cocidas al vapor sazonadas con ajo y sal. Por supuesto ensalada  con lechuga, zanahoria, pepino y unos cuadritos de chile morrón rojo, aderezada con un poco de aceite de oliva.

Nuestra colación fue una licuado de melón. En la noche nos espera de cena una ensalada.

Hoy durante la comida, escuché a una compañera decir que ella no podría comer lechuguita todos los días y se asombró ante mi plato rebosante de verduras frescas. Yo como ensalada todos los días, desde hace algunos meses, quedo satisfecha y me siento bien,  y más porque se que le estoy dando la mejor medicina a mi cuerpo, alimentos naturales.

lunes, 11 de enero de 2016

El primer propósito de año nuevo

Pues ya estamos en 2016. Año nuevo, vida nueva. Entre los propósitos de inicio de año, creo que el primer lugar se lo lleva el deseo de bajar de peso. Es por eso que los gimnasios y consultorios de nutriólogos tienen más trabajo que en otra temporada.

Como que sentimos remordimiento de todo lo que comimos en las fiestas decembrinas. Y es que aunque tratemos de moderarnos no falta el dulcesito, el pastel, la galleta, la bebida y claro la cena  de navidad.

Bueno, lo comido, comido está. Ahora  a perder esos kilos extras que nos incomodan, que hacen que nos apriete el pantalón o el vestido,  Y para esto lo indicado es seguir las recomendaciones de los expertos.

Yo por lo pronto hoy lunes comienzo con una desintoxicación del cuerpo, con jugo de piña. Parece muy drástico, pero no lo es, aunque en todo el día el único alimento es jugo de piña. De 5 a 6 piñas por día. Así será en los siguientes tres días.

Ah, no es una idea que se me ocurrió a mi. Lo mismo hice  cuando inicie el tratamiento de tres meses de desintoxicación y depuración del programa de Trofología, de lo cual les platicaré en las siguientes publicaciones.

¿Que si tengo hambre? ¡Claro que tengo hambre! Pero sólo son tres días que pasan rápido y que ayudarán a mi cuerpo a eliminar tantas toxinas acumuladas en el último mes. Por hoy, ¡salud! con jugo de piña.




lunes, 20 de julio de 2015

La carrera del domingo



El despertador sonó a las 6.45 del domingo. Se escuchaban gotas sobre el techo y al asomarme a la ventana comprobé que llovía. Domingo, con lluvia, lo mejor sería dormir un rato más. Pero el compromiso estaba hecho y no podía fallar. Apenas unos días antes me había inscrito en una carrera, la 5ta. Contra el cáncer de mamá. Había pagado la cuota y convencido a Alfonso de acompañarme.
El compromiso era conmigo, porque nadie se daría cuenta si llegaba o no. Nos preparamos para salir de casa y seguía lloviendo.

Al llegar al lugar de la competencia, apenas si encontramos estacionamiento dentro de la universidad. Como era temprano, esperamos en el auto a que amainara la lluvia que si bien no era torrencial, si nos obligaba a usar chamarra y hasta paraguas.

Cuando bajamos del auto y caminábamos hacia el punto de encuentro, dieron el banderazo de salida a las competidoras, después seguirían los hombres y luego los caminadores, la categoría en que nos inscribimos, era el programa oficial. La lluvia obligó a los organizadores a cambiar los planes, entonces los horarios no fueron validos y todos salimos conforme íbamos llegando.

Se trataba dar tres vueltas al circuito hasta completar 5 kilómetros. Motivados por los corredores empezamos a un paso rápido; de cada caminata; sea o no competencia llevamos un registro gracias a un aplicación en el teléfono celular, la cual nos indica la distancia recorrida y el tiempo.

La lluvia seguía y los corredores pasaban a un lado de nosotros. Casi al termino de la primera vuelta, a través de un altavoz comenzaron a dar indicaciones. “Quienes estén por terminar la tercera vuelta, sigan por el carril de la derecha”. Vimos como empezaban a cruzar la meta, mientras que nosotros iniciamos la segunda vuelta.

La lluvia cedió y seguíamos caminando, a un paso menos rápido, pues había que guardar fuerzas para terminar la competencia. Casi al termino de la segunda vuelta me pregunté “ ¿ Habrá alguien que esté al pendiente de que número de vuelta va cada competidor? Seguramente no. Y nuevamente, al llegar casi al final de la segunda vuelta del circuito, una larga fila se apreciaba de lado izquierdo. Eran los competidores que ya habían terminado y esperaban para recoger su medalla.

Ya me sentía cansada y entonces Alfonso me pregunto si quería terminar ahí. No dudé en decirle que nos faltaba una vuelta para los 5 kilómetros. Y seguimos por el mismo camino de asfalto mojado. No eramos los únicos que seguíamos en competencia. Aun había corredores, los de menos experiencia y otros que como nosotros caminaban o empujaban una silla de ruedas o una carriola.

Unos 200 metros antes de cruzar la meta encontramos cientos de participantes que venían de regreso con su medalla. Comentaban los incidentes de la competencia, se tomaban fotos. Nosotros seguíamos en la ruta. Ya no había nadie esperando en la meta, no sabíamos por donde ir para recoger la medalla o el paquete de recuperación que consistía en una galleta integral y una naranja.

¿ Ya terminaron la competencia?, ¿van por su medalla?, sigan hasta el fondo, hay un señor que las está entregando. Entre tanta gente no dábamos con el señor entrega- medallas. Por allá, cerca de una valla metálica blanca estaba parado. “ Oiga venimos por nuestra medalla”, le dije con la respiración un tanto agitada. Buscó el número que traíamos pegado con alfileres en la playera rosa , 1834 y 1835. “¿Ustedes no corrieron verdad?” No, nosotros caminamos y apenas terminamos. Saco una medalla para cada uno del montón que traía colgado en un brazo, nos la entrego y puso una marca de color en el número.

Nos alejamos del bullicio con nuestra medalla al cuello, muy orgullosos. Dimos tres vueltas en poco más de una hora, seguramente 45 o 50 minutos más de quien llegó en primer lugar. Pero el tiempo no importa, ni tampoco lo mojados que terminamos, al final cumplimos nuestro compromiso personal.


viernes, 30 de mayo de 2014

Mi primera competencia





Desde hace algunos años nació en mi la inquietud por correr. Competir en carreras para cruzar la meta y recibir una medalla. Siempre lo había pospuesto porque pretextos hay miles. Que si me duele la rodilla, que no tengo tiempo, que el calor, la lluvia o el frio, que no hay un parque cerca, en fin.

En el mes de marzo o abril, apareció en internet la convocatoria para participar en la 13° Carrera Bonafont, de 5 kilómetros, exclusiva para mujeres. Empecé a leer las bases y encontré que además de correr, se podía hacer el recorrido caminando.  No lo pensé mucho y me inscribí.  

Y desde ese momento supe que tenía un  reto por cumplir y que lo mejor era aprovechar el tiempo para prepararme. Comencé a ir al parque a caminar. Primero a paso lento, luego un poco más aprisa y más tiempo y más distancia. 

Hasta que caminé los 5 kilómetros que me dejaron muy cansada, pero así me dí cuenta que sí podría hacer el recorrido y terminarlo. Baje en el celular una aplicación que me marca cada 15 minutos la distancia y el tiempo, lo que me motivaba a seguir; me acompañaba mi novio y el recorrido se hacía menos pesado. 

La semana previa a la competencia del 25 de mayo, no tuve tiempo de ir a caminar; hasta el viernes al salir de la oficina llegué al Parque Metropolitano y recorrí los 5 kilómetros. Faltaban dos días y comenzaba a sentirme entre nerviosa y emocionada. 

El sábado fuimos a recoger los paquetes, con camiseta incluida a Plaza Galería y la emoción aumentó. Entré las recomendaciones impresas en un folleto decía que un día antes procurara estar relajada y dormir temprano. Casi lo logro. 

El domingo me levanté a las 6 de la mañana, me vestí y preparé algo muy ligero para desayunar. Alfonso me acompañó a la salida  y estuvo presente en la meta. Estaba nerviosa y al ver a tanta gente más. Mi pulsera fue naranja de "caminadora" Debiamos acomodarnos después de las corredoras y las trotadora, pero antes de las personas que llevaban a sus bebés en carriolas. 
 

La salida fue a las 8 de la mañana y el recorrido de 5 kilómetros fue por la Avenida Rafael Sanzio, la calle San Luis Gonzága, Av. Patria, Sebastian Bach y otra vez Rafael Sanzio para entrar a la meta en Plaza Galerías. La ruta fue con pocas subidas, por lo que no estuvo pesada.
La competencia empezó con el cielo medio nublado, fue al final que empezó a salir el sol y sentirse el calorcito. Cada kilómetro había una punto de abastecimiento de agua. Yo iba a mi paso normal, pero fue inevitable imprimir algo de velocidad al sentir a las demás competidoras cerca. Fue bonito ver a la gente salir a las calles a gritar porras, aunque no nos conocieran. 

Hice un tiempo de una hora con tres minutos y cruzar la meta fue una emoción indescriptible, así como la soñe hace años. Como si hubiera ganado el maratón más importante del mundo, aunque sólo haya caminado. Hace tres meses no hacía nada de ejercicio. Entre la gente ví a Alfonso y me emocioné más.

Mi reto personal está cumplido. Ya tengo mi medalla, la primera,  colgada ahora frente a mi cama para recordarme que todo se puede lograr, que puedo y debo seguir adelante  porque todas las metas son alcanzables.



miércoles, 21 de mayo de 2014

Las sorpresas de mi bolsa




No cabe duda que el interior de una bolsa de mujer puede develar muchas sorpresas. Bien dicen que cargamos hasta el molcajete y  creo que tienen razón. 

Lo más común que llevamos en la bolsa es la cartera, el celular, las llaves, cosméticos, pañuelos desechables y algún dulce. Pero ahora las bolsas son cada vez más grandes y el pasar tanto tiempo fuera de casa nos obliga a llevar lo que creemos necesitaremos durante nuestra jornada diaria.

Hace unos días hasta yo me sorprendí de lo que llevo en mi bolsa. Tuve que hacer un trámite y me dieron una forma para llenar. Al segundo renglón y por no leer las instrucciones me equivoqué. Con la pena, la persona del mostrador estaba por sacar otra forma y que me acuerdo ¡traía un corrector líquido! Rauda y veloz lo saqué para corregir el error y en unos minutos no había evidencia.

Si doy un vistazo rápido encontraré: chicles, plumas, una libreta pequeña para los apuntes y las cuentas; monedero, calculadora, crema para las manos, toallitas húmedas, una cosmetiquera, papeles varios, amuletos, cargador para celular, lentes y un abanico.

Mi bolsa es mi tesoro, siempre lo ha sido. Ah, por cierto, el corrector líquido ya lo dejé en el cajón del escritorio. Si ahora mismo tú buscas  en el interior de tu bolsa  ¿qué encontrarás?.

martes, 22 de abril de 2014

Con mi artísta favorito




“Ojala todo te de la vida”  es la frase del autógrafo escrito  en la portada de un disco LP, que por supuesto aún conservo, y que me dedicó José María Napoleón, el cantante que se convirtió en mi favorito desde los 10 años.  Fue mi primer autógrafo de él. Yo no conseguí personalmente la firma que he atesorado desde entonces.

Y el recuerdo de esa frase llegó a mi hace unos días, cuando asistí a la presentación del libro autobiográfico  escrito por Napoleón “Solo quería ser torero”. Parecía un evento más en pleno miércoles de semana santa; la entrada era gratuita y supuse que habría mucha gente, por lo que nos fuimos muy temprano al hotel donde se realizó la presentación.

Finalmente no estuvo tan concurrido; la mayoría fuimos mujeres ya maduras que como yo, comenzaron a seguir desde su juventud  la trayectoria artística de Napoleón.  Entonces ahí empecé a emocionarme. 
Tuvimos que esperar un buen rato para ingresar al salón, vimos entrar al cantante vestido con un traje azul marino. Desde ese momento comenzaron las fotos y los aplausos de quienes esperábamos.

Ya cuando entramos a ocupar nuestros lugares, el escenario estaba dispuesto y el cantante esperaba a escuchar las presentaciones de los dos escritores que se encargaron de comentar la obra que consta apenas de  132  páginas en las que narra en una forma concreta, sencilla y hasta poética sus andanzas en el mundo artístico y en el toreo.

Después de contestar algunas preguntas, el cantante complació a los asistentes con apenas unas cuantas líneas de la canción “Vive”. Prometió que para una siguiente vez, llevaría a sus músicos para cantar más canciones.

Para ese momento ya tenía el libro en mis manos y la firme intención de conseguir el autógrafo. Me formé en la fila correspondiente y fue de las primeras. Alfonso, mi acompañante, esperaba con la cámara para tomar muchas fotos “Toma muchas, muchas fotos,  no te detengas a ver si están bonitas”, fue mi indicación.

Estar de frente al ídolo de tantos años,  me impresionó y me emocionó. Sabía que sería sólo unos segundos, si acaso unos minutos y aproveché la oportunidad. Soy Mónica – me presenté y lo saludé de mano. Le di mi libro y él lo abrió para poner sus palabras. Otro autógrafo  en su vida, otro autógrafo para mí.  Me llegó la inspiración y le dije:  

-       Soy tu admiradora desde que ganaste el Festival OTI 77, yo tenía 10 años. Poco después de ese triunfo viniste al Teatro Degollado a un concierto y ahí me autografiaste un disco que aún conservo y que dice “Ojala todo te de la vida”.  Y él me escuchaba atento, viéndome a los ojos.   

-     La vida me ha dado muchas alegrías, pero también tristezas. Y hoy estoy aquí, muy, muy contenta de estar contigo.

-       Claro que la vida tiene de todo, contestó con voz pausada y baja. Yo en este momento tengo una tristeza muy grande, pero aquí estoy. En aquel momento no sabía el, no tardé mucho en enterarme que su madre murió hace apenas tres semanas.

-      Yo también le dije, mi padre está enfermo.

-    Mira Mónica, las personas que amamos se mueren cuando las olvidamos, mientras las mantengamos en el recuerdo siempre vivirán, reflexionó serenamente.

Y entonces empezó a escribir la dedicatoria en el libro “Mónica que Dios llene tu alma en la presencia de tus amores, Napo, abril 2014”

Mientras escribía y como queriendo alargar el momento le conté sobre un acontecimiento muy personal. 

     En octubre me voy a casar, yo creí que nunca me casaría. Y nada me daría más gusto que estuvieras en mi boda. 


Levantó la mirada y mientras yo intentaba decirle que si me ponía algún  dato para contactarlo él se me adelantó.

-       Te voy a poner un correo electrónico para estar en comunicación.

Cuando acabo de escribir esa pequeña pero significativa frase, se levantó para tomarnos unas fotos. Cuando terminó la sesión fotográfica le pedí a Alfonso que se acercará y los presenté: Mira Napoleón, es mi prometido. Nos tomó a los dos de las manos y nos dijo “No les deseo que sean felices, les exijo que sean felices”. 

Con un beso en la mejilla y un suspiro terminó aquel encuentro de apenas unos minutos que a mí me pareció eterno. La fila de autógrafos ya era larga.

Yo no pude contener el llanto. No creí que ese simple evento de presentación de libro fuera tan emotivo para mí. Y como no ¡si estuve frente a mi artista favorito desde hace tantos años!