Martes, celebración de los cumpleaños del mes de los compañeros de la oficina; enorme pastel tres leche. Recibo mi rebanada como todos los que estan ahí. No me la como, la guardo para llevarla a casa.
Miércoles, celebración del cumpleaños de una compañera del área; pastel de zanahoria con crema y nuez, mucha nuez. Me entregan mi rebanada mientras veo como los demás lo saborean. Yo lo guardo y lo llevo a casa.
¡Qué fácil hubiera sido darle una mordida a cualquiera de las dos rebanadas, ganas no me faltaron! Pero la voz interior que me acompaña desde hace varios meses me susurró que no valía echar por la borda lo logrado.
Esa voz llamada Fuerza de Voluntad, ante la que es tan fácil sucumbir. Hay tantos pretextos para dejarla a un lado: no tengo tiempo de cocinar, no me gusta lo que me pone el doctor en el menú, la presión social, mañana empiezo y tantas más.
Hay que ser firme en las convicciones y determinaciones. Yo sigo en la brecha, aun cuando me ha costado tanto trabajo en las últimas tres semanas. Ya no falta tanto, ya casi estoy del otro lado, del lado de los delgados.
De mi amiga Angélica López Débora... tu voluntad es muy fuerte, supongo ke ya ke estes en la meta y comienzes con el ejercicio, ya puedas comer una rebanada por lo menos alguna vez al mes... no?
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